Geología del Aconcagua – Marco Geológico (Ramos 1.996)
22 junio, 2017
1º Transmisión Radial – Policía de Mendoza – LV10 Radio de Cuyo
22 junio, 2017

A mediados de enero de 1985,al intentar alcanzar la cumbre del Cerro Aconcagua por una ruta poco transitada, cinco integrantes del Club Andinista de Mendoza hallaron, a 5300 metros, en un sector con dos gruesos muros de pircas » piedras ensambladas» un fardo funerario .Bajaron apresuradamente a comunicar el hallazgo y, a través del presidente del club, Sr Felix Fellinger, los andinistas se contactaron con miembros de Instituto de Arqueología y Etnología de la Facultad de Filosofía y Letras, U.N.C. Se coordino una pronta expedición de rescate.

El equipo estuvo formado por tres de los andinistas descubridores: Gabriel Cabrera, ,Juan Carlos Pierobon y Alberto Pizzolon ;cuatro miembros del instituto anteriormente citado :el Dr. Juan Schobinger (por ese entonces su director),el Lic. Víctor Duran (CONICET),el Técnico Principal del CONICET: Julio Ferrari y el Lic. Eduardo Guercio (este ultimo debió regresar al poco tiempo de iniciada la ascensión por problemas de salud).El Club Andinista proporciono equipamiento y víveres; el señor Enrique Meli puso a disposición de los expedicionarios un vehículo y se contó con la colaboración de la Compañía de Esquiadores de Alta Montaña ‘ Teniente Ibañez’ al mando del Mayor Diego J. Oswald. Esta Compañía facilito el alojamiento en Puente del Inca y el traslado del equipo en mulares

Hasta la Quebrada del Sargento Mas.

La aventura comenzó el 23 de enero. Lográndose su objetivo, finalizo el 31 del mismo mes.

Para llegar al sitio de la » momia» había que superar un glaciar muy empinado e incluso un paredón rocoso y escarpado. Por fin, en el filo sudoeste del Cerro Aconcagua, en un contrafuerte denominado Cerro Pirámide, se hallaron los paredones buscados. Adentro se revelo un circulo de piedras de aproximadamente un metro de diámetro. En el relleno, protegido por una de las pircas, se avizoro el bulto semienterrado. Numerosas piezas textiles parecían envolver cuidadosamente el cadáver. Parte del cráneo se había roto al quedar expuesto a la superficie a causa de los grandes desplazamientos de la tierra, fruto de innumerables temporales cordilleranos. lo que en un principio – de lejos – parecían ser pastos, eran raquis de largas plumas colocadas en la parte superior del fardo. Otras plumas rojas y amarillas conformaban un manto que cubría el sector posterior. Un par de pequeñas sandalias o llankes y dos bolsitas de fibras vegetales – una contenía porotos ( Phaseolus ) al parecer cocidos – estaban depositadas sobre la parte media del fardo.

Los especialistas lograron retirar el hallazgo del permafrost (suelo permanentemente congelado ) con sumo cuidado y, mientras algunos se dedicaban a embalar lo descubierto para poder iniciar el descenso, otros continuaron excavando el área cercana. En un pequeño nicho semicircular cercano al muro se desenterraron seis estatuillas: tres humanas de oro laminado, plata con aleación de cobre y valva de molusco Spondylus ( procedente del Pacifico ecuatorial ) y tres soomarfas de materias primas similares. Las figuritas antropomorfas -masculinas- poseían tocados y vestimentas en perfecto estado de conservación.

Evidentemente ya no había dudas: se trataba de un enterratorio incaico. Descubrimientos análogos se han efectuado a lo largo de los Andes en las zonas de dominio del Imperio Inca ( fines del siglo XV; en nuestras regiones, comienzos del XVI).

El fardo fue depositado en un freezer del LARLAC (Laboratorio de Reproducción y Lactancia ) del Centro Regional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de Mendoza ( CRICYT me ). En mayo de 1985 fue abierto. Se contó con la colaboración de especialistas del propio CRICYT, de la Facultad de Ciencias Medicas, de la antropóloga chilena Silvia Quevedo Kawasaki y de técnicos del Museo Chileno de Arte Precolombino: Luis Solar y Julie Palma. La operación fue filmada por A. Marchesini.

La «momia».

Al desenfardarlo, se comprobó que se trataba del cuerpo de un niño de 7 u 8 años de edad, de sexo masculino y de rasgos muy armónicos. Había sido envuelto con numerosas telas y entre estas, se habían colocado otras a modo de relleno.

El cuepito del infante había sido pintado con pigmento rojo ( restos del mismo han quedado en las prendas interiores ). Al parecer podría corresponder al jugo de una planta andina conocida comúnmente como achiote. También los estudios médicos confirmaron que el niño había ingerido ese liquido como ultimo alimento. Si bien no se observaron síntomas de violencia, el cuerpo presentaba una fuerte compresión lateral.

Quizás semi -inconsciente – ¿ por el achiote y la altura ? – debió ser colocado en posición fetal después de muerto. Fue allí cuando quizás le colocaron las camisetas andinas, uncus, sin pasar los brazos por las bocamangas y se comenzó a confeccionar el fardo, Que consta de 24 elementos, sin contar el collar de sodalita que poseía en su cuello.

Estudios realizados

Ecológicos: Paleoclima: A. Corte; Palinologia: M Wingenroth

Somatologicos y Medico- tanatologicos: C. de Circo; L. Martínez Parra; G. Manzziotti; Y. Kovalenko; M. Romero Ríos; G. Arenas; A. Ciccarelli; R. A. Fernandez; J. C. Cruz; L. Puy; M. Guiñazú; F. Bertini; N. Magnelli; A. Rodriguez Echandia. Pigmentacion artificial: J. R. Barcena.

Botánica: F. Roig; G. Giberti.

Filiación étnica proveniencia geográfica: ( Análisis por medio de isótopos estables de carbono ) J. Fernandez; H. Panarello.

Fechados ( AMS C-14 ): Geochron Laboratories – Krueger Enterprises, Inc. Massachusetts, U.S.A. (con subsidio de la Dirección de Patrimonio e Infraestructura Cultural – Gobierno de Mendoza ).

Ornitología: ( material plumario ) J. Bianchi; N. Bo.

Textiles: ( conservacion y estudio ) J. O. Ferrari; C. Abal.

Coordinación general: J. Schobinger.

Encuadre Cultural

Los sitios ceremoniales incaicos – incluyendo los que poseen enterratorios – se encuentran ubicados a la vera de la red vial del Imperio. Este, se encontraba dividido en cuatro suyus o regiones, relacionadas con los cuatro puntos cardinales. La mayoría de los hallazgos han sido realizados en las áreas mas meridionales. Los principales santuarios con enterratorios descubiertos son: El Plomo ( Chile ), El Toro y Aconcagua ( Argentina ). Se sabe que los incas veneraban las altas cumbres como dadoras de vida, energía y fertilidad; y asimismo al sol. Los sacrificios humanos se efectuaban en contadas ocasiones: cuando se dominaba un nuevo territorio o cuando moría el Inca. Estas ceremonias recibían el nombre de capacochas.

La paideia incaica respetaba demasiado la educación y crianza de un niño como para someterlo a una cruel muerte. Es evidente que se elegía a un ser puro y sin mácula como mensajero al Dios y esto constituía un gran honor. El sacrificio del Cerro Aconcagua se llevo a cabo alrededor del año 1550 de nuestra era

Los textiles

Una vez desarmado el fardo, las telas que los conformaban debieron ser tratadas para su correcta conservación. En un comienzo tales tareas estuvieron a cargo de M. Ampuero y de E. Guercio.

Posteriormente, desde 1990 hasta el presente tales trabajos y el estudio de los textiles que acompañaron al niño, recayeron en J. Ferrari y C. Abal. Contando con la dirección de Schobinger, se monto toda la infraestructura necesaria de un laboratorio de procesamiento ( conservación, restauración y análisis ) de textiles arqueológicos, en la Facultad de Filosofía y Letras – U.N.C.

El arte textil, como todo quehacer humano, implica todo una tradición, una creación y una técnica. Los pueblos precolombinos no confeccionaron ningún tejido al azar. la selección del animal, de la lana, del hilado, la trama, la urdiembre, los hilos suplementarios, los diseños y la elección de los colores, estaban al servicio de sus mundos supraterrenales, abigarrados y misteriosos. No por ello perdieron su valor económico o dejaron de ser mercaderes de status o clase social.

Las prendas que poseía el niño del Aconcagua, formaban parte de un rico ajuar mortuorio. parecen haber sido tejidas especialmente para este ceremonial; otras, las debió usar en forma cotidiana en el transcurso de su corta vida. También se localizaron ropas que mas bien parecen haber pertenecido a adultos y que solo cumplieron una función de ‘ relleno ‘, para dar la forma deseada al fardo y proteger al infante. Esta forma de envolver al muerto nos recuerda las costumbres costeras del Perú arqueológico.

El ofrendado debió pertenecer a la clase noble. La calidad de sus ropajes, y de su ajuar, son elementos diagnósticos.

Las telas de lana – generalmente la alpaca ( Lama pacus ) o de vicuña ( Glama vicuña ) – fueron usadas para los mantos; también el algodón y otras fibras vegetales como el maguey, sin descontar el cabello humano, de gran significación espiritual y a la par muy resistente.

Elementos de los cuatro puntos cardinales o regiones ( suyus ) del Imperio Inca (Tahuantinsuyu) se encuentran en este sacrificio de altura. Valvas del molusco Spondylus, traídas desde las costas del Ecuador; tejidos propios de la faja costera ( rejion de chancay ); plumajes de aves de la zona amazónica; elementos de oro y plata… ¿y quizás el propio pequeño?, procedentes.

Elementos expuestos:

Collar de sodalita- mal denominada turquesa- y semillas, colocado en el cuello del niño.

Par de sandalias o llankes. De uso común en la costa peruana, los Incas las difundieron por todo el imperio. Planta trabajada con técnica de espiral, de fibra posiblemente maguey; capellada de cabellos humanos. Colocadas en los pies del niño

Camiseta andina- uncu – de lana rustica ( chusi ) beige. Enfundada al cuerpo, sin paso de los brazos por la bocamangas. Se observan restos de pintura corporal roja, que delimita las piernas y nalgas

Camiseta andina similar a la anterior y colocada sobre aquella. Lana rústica – chusi – marrón oscuro, Los bordes de ambas prendas poseen terminaciones bordadas en zig zag. El ancho del telar se puede inferir por la costura central de la camiseta.

Manto – llacota – marrón oscuro grueso de lana. Ubicado debajo de los glúteos del pequeño en el momento de su deceso.

Gasa anaranjada doblada a modo de amarra. Sujetaba fuertemente el manto anterior y quizás al atarla- ejerciendo gran presión un adulto – se produjo la muerte fisica del infante. Largo: 3,20m. Formada por dos paños unidos lateralmente. 7. Gran manto de algodón de fino tejido – cumbi – con guardas de pájaros (este brocado es de lana )Las aves representadas parecen ser cormoranes; propias de la costa. El diseño y las técnicas de realización pertenecen a la cultura Chancay ( periodo Intermedio Tardío 900 al 1440 d. C. ) Medidas: 1.69 x 1.68m. Consiste en dos paños de 0.38 cm. cada uno unidos a lo largo. Obsérvense ciertas pequeñas variantes – dimensiones – en los bordados. Los mantos eran propios del atuendo varonil. Se usaban atados por dos de sus extremos sobre el pecho.

Amarra o cordón de gasa de algodón sin teñir. Posee estructura interna. Estaba atado, cerrando los bordes del manto anterior. Largo: 4 metros.

Manto o llacota beige, de lana gruesa. Anudado en un costado, comprimía el fardo. Dentro del nudo, se encontró una fina laminilla de oro enrollada. se cree que podría consistir en una especie de ofrenda o «pago» para introducirse en el mas allá. Estas plaquitas también se colocaban en los fardos funerarios de la cultura Chancay

Camiseta andina o uncu de algodón sin teñir. Es de tejido fino. ( cunbi ). Su ruedo remata con un pequeño fleco color borravino. Las bocamangas poseen puntadas de enlace. Esta prenda formaba parte de los elementos de «relleno» del fardo, pero debió haber pertenecido al niño. Los uncus eran prendas netamente masculinas. Consistían en una pieza rectangular de tela doblada sobre si misma, similar a un poncho pero con dos costuras laterales en donde solo se dejaban dos aberturas para el paso de los brazos. Estas túnicas, cuando eran para niños, En la zona aymará del incario recibían el nombre de succullucahu.

Cubresexo o guara marrón de lana. Estos «taparrabos» eran generalmente usados por los niños. Consistian en telas rectangulares no muy anchas, con un cordón cosido en uno de sus extremos. Este cordel sostenia la parte anterior, que pasaba entre las piernas, cubriendo los genitales. Todas las guaras estaban colocadas como relleno en el paquete mortuorio.

Cubresexo o guara beige de lana. Posee marcas y dobleces producto de haber sido usada

Cubresexo o guara de algodón. Trabajado en dos sectores: parte anterior, a rayas; posterior, a cuadros en beige y marrón.

Tela rectangular de algodón con nudos en un extremo. Dimensiones: 22,33 x 13.2 cm. Parece corresponder a lo que se denomina unkhuña o genero que se llenaba con recados, recordatorios o deseos de la familia. Algo similar ocurre en comunidades actuales del departamento de Cuzco; practica que, sin duda, sobrevivió del Incario.

Cordón de fibras vegetales con borla en un extremo. Dimensiones: 0,93 cm. de largo. En una punta posee hebras rojas y en el otro, una borla confeccionada con cabello humano. Estaba ubicada cerca del cuello.

Cordón de fibras vegetales con gran ojal. Dimensiones: 1,10 mts.de largo. Uno de los extremos se bifurca en dos trenzas, el otro remata en un pequeño fleco. Estos cordones eran empleados para usos diversos, pero generalmente servían para atar animales. Las estatuillas que acompañaban al fardo funerario poseen cordelitos para atar sus tunicas o uncus.

Sandalias o llankes de fibra vegetal. Colocadas arriba del fardo conjuntamente con las bolsitas. Poseen signos de haber sido usadas. Suela realizada con una técnica espiralada en fibra de maguey o cabuya. La capellada es un solo cordón torsado sobre si mismo.

Bolsita de algodón. Confeccionada sobre la base de un rectángulo cerrado en sus laterales. Dimensiones: 17 x14 ce. Contenía porotos cosidos.

Bolsita de algodón similar a la anterior. Dimensiones 17 x11 cm. La boca tiene a modo de cierre un cordón hilvanado que la ajusta. Aparentemente contenía material orgánico no conservado.

Tocado de plumas. Se hallo con un conglomerado de plumas, sumamente dañado por la interperie. formado por tres clases de plumas, los astiles han sido embarricados con hebras de color rojo. Parte de las plumas han sufrido cercenamientos. Las plumas negras, recortadas intencionalmente por el artesano, es probable que pertenezcan a tucanes del genero ramphastos. Las plumas amarillas y rojas pertenecerían al guamayo escarlata ( ara macao) que habita en el este del Perú y en las zonas amazónicas del Brasil y Santa Cruz, Bolivia. Su coloración es natural. Los maestros en el arte plumario solían alimentar con determinados productos a las aves, para intensificar el color de las mismas. Incluso las plumas se trabajaban en caliente para lograr mayor concentración de pigmentos. Esta verdadera corola, conjuntamente con el manto de materia similar, eran quizás los elementos mas representativos de la ofrenda o sacrificio.

Las estatuillas y sus vestimentas. Imágenes masculinas de oro laminado, de plata con aleación de cobre y valva de molusco (spondylus) proceden de la costa del Ecuador. Dimensiones: 4,5 a 6 cm. Sus ropas remedan a la de los personajes de alcurnia. La camiseta andina, uncu, ajedrezada era propia de la nobleza inca. Así, mantos, fajas, lazos, uncus, penachos y bolsitas o chuspas constituyen el conjunto.

Hallazgos de estatuillas humanas y de animales se han descubierto en números centros ceremoniales andinos de proveniencia incaica. Incluso sin acompañar a personas » ofrendadas» o a copacochas. A esto se le denomina » sacrificio sustitutivo».

Las estatuillas zoomorfas corresponden a llamitas muy estilizadas. Han sido realizadas con materia prima similar a las antropomorfas. Debieron representar a los animales que acompañaban a los viajeros andinos.

Algunos textiles no han sido expuestos por seguir siendo tratados en laboratorio, a saber: el manto de pluma, dos mantos de algodón con guardas ornitomorfas y uncus.

De todas formas, la profunda simbología que encierra este sacrificio, esta siendo develado poco a poco. Los datos aportados por la etnohistoria y la arqueología, se complementan en pos de un objetivo común: comprender las culturas del pasado y, en el fondo, comprendernos a nosotros mismos.